La educación de calidad es una de las prioridades del sistema educativo del siglo XXI. Además, es uno de los principales objetivos del Desarrollo Sostenible 2030. Para lograr este objetivo, es fundamental que niños, niñas y personas jóvenes sin excepción accedan a un sistema equitativo y justo. Esta es exactamente la labor de la educación inclusiva.
¿En qué consiste este modelo educativo? ¿Cuáles son sus características e importancia? ¿Cómo se puede implementar?
¿Qué es la educación inclusiva?
Este esquema educativo actúa sobre la diversidad de las necesidades de aprendizaje de los estudiantes. Es decir, presta especial atención a sus condiciones de vulnerabilidad y exclusión. De esta forma, propende por el acceso integral al sistema de educación infantil y juvenil.
Así pues, su objetivo principal es promover el aprendizaje y participación de los alumnos. A partir del principio de hacer valer los derechos humanos. De modo que sus procesos no harán distinciones por raza, sexo, cultura o condición social, entre otros factores.
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En pocas palabras, la educación inclusiva se basa en la solidaridad, la colaboración, la participación y la implementación de herramientas educativas. Estos valores y acciones deben responder a las necesidades académicas y sociales de los pequeños.
Características y principios de la educación inclusiva
Los principios en que se fundamenta cualquier modelo educativo permiten su correcta implementación. En este sentido, conozcamos los de este modelo:
- Sistema educativo flexible: las metodologías y estrategias de aprendizaje se adaptan a las necesidades y contexto de los estudiantes. Esto implica que, también, considera los diferentes ritmos y estilos de aprendizaje.
- Universal: el modelo busca identificar y minimizar las barreras de aprendizaje. El objetivo es fomentar la participación de niños, niñas, personas jóvenes y adultas bajo los principios de equidad e igualdad.
- Propende por la calidad educativa: un modelo inclusivo adopta estrategias y recursos innovadores. Estos elementos permitirán fortalecer el impacto del proceso, tanto en los estudiantes como en su familia y comunidad.
- Busca la libertad y apoyo a la diversidad: reconoce, respeta y valora cualidades y diferencias de los alumnos.
- Impulsa la participación a través de estrategias como el trabajo en grupo, colaborativo y cooperativo.
Educación inclusiva y transformación: claves para el desarrollo de la niñez y su entorno
Este tipo de educación no solo impulsa el aprendizaje y el pensamiento, sino que también amplía las oportunidades para los miembros de la comunidad. Esto se debe a que se busca ampliar el panorama educativo hacia los padres y la comunidad.
En este sentido, la educación inclusiva resalta a la familia como fundamento de la crianza. Además, facilita que los niños y niñas establezcan relaciones más reales, certeras y duraderas con su entorno. Esto se logra al reconocer y aceptar las características particulares y colectivas con las que interactúan.
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De esta manera, los principios y valores de este modelo educativo llegan a los hogares y espacios sociales y comunitarios. Así, se asegura que la inclusión, la equidad y la igualdad traspasen los límites educativos e impacten la cotidianidad de la comunidad.
¿Cómo fomentarla? Estrategias impulsadoras
Para que la educación inclusiva se fortalezca se debe, en primer lugar, impulsar la participación de los alumnos. Esto no se refiere solamente al pensamiento crítico. El objetivo es que los estudiantes puedan reconocer los contextos de sus compañeros, desde la diversidad y el respeto.
En segundo lugar, se deben crear ambientes de aprendizaje acogedores y respetuosos. Esto con el ánimo de aumentar la autoestima y la autonomía de los alumnos, otorgando confianza, responsabilidades y estímulos.
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En tercer lugar, el trabajo colaborativo entre educadores, estudiantes y familias debe estar presente. Esta es una visión transversal del contexto educativo que permitirá explorar entornos y situaciones individuales. De esta manera, se implementarán las mejores estrategias en el aula.
Por último, pero no menos importante, se hace necesaria la inclusión de la tecnología educativa. Esta facilita el acceso a la educación y juega un papel fundamental en su democratización, ya que amplía las posibilidades de formación, incluso con restricciones físicas o temporales. Además, la tecnología fortalece el aprendizaje permanente.
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A modo de conclusión, es necesario recalcar que lograr una educación inclusiva no solo es deber de las instituciones educativas. Por el contrario, deberá ser un trabajo colaborativo entre padres de familia y demás actores de la comunidad en la que se enmarca el modelo. La inclusividad deberá hacer parte de la vida del niño y de sus acciones más cotidianas.